El Barcelona es un desastre
El Barcelona es un desastre. No tenía más que derrotar en casa a un Cádiz que llevaba cuatro partidos seguidos perdiendo y encajando goleadas para volver a pensar en algo que no fueran sus miserias. Y, quién sabe, para soñar en discutir la Liga al Atlético. Pero este equipo que vive en el eterno bochorno europeo, y que también salió trasquilado en la Copa del Rey, tampoco da para más en la Liga. Continúa a ocho puntos del líder. Marcó un único gol a los gaditanos, de penalti, y se dejó empatar del mismo modo en el minuto 89. Fue el único disparo entre palos de su rival, propiciado por otro error grosero de Lenglet. El martirio está cosido en el escudo.
Ronald Koeman tiene muchas cosas de Johan Cruyff. Quizá su idea de juego en nada se parezca, pero sí la manera de gestionar los egos del camerino. Cruyff, que como todos los genios era un hombre peculiar, contaba que le gustaba que los entrenamientos fueran a puerta abierta. Así, si alguno de sus jugadores se creía el rey del mambo, él lo ponía en su sitio. Al diestro le ponía a disparar con la zurda hasta que el hincha se hartaba a reír. «Así resolvía el problema inmediatamente», decía Cruyff, orgulloso de la lección. Hace años que el fútbol profesional cerró los entrenamientos. El Camp Nou no acoge público desde que comenzó la pandemia. Pero Koeman, viejo zorro, puso a jugar frente al Cádiz a los mismo once jugadores que fueron arrasados contra el PSG en la Champions. El mensaje quedó ahí.